Sanar es también tarea de la iglesia

Ricardo Zandrino

ARS$ 18.900,00

La iglesia funciona como una comunidad de amor que contiene y acompaña, es el ámbito propicio para el desarrollo de la vida en Dios, quien brinda su amor, paz, bienestar y salud integral. La salud, en sus diversas manifestaciones, será el tema principal y recurrente de este libro.

 

Cantidad de páginas: 175

ISBN: 978-987-8396-05-7

Descripción

Desde sus inicios, la iglesia ha cumplido la misión de ser factor de sanidad, tanto a nivel individual como comunitario, con modalidades y características diferentes. Aun cuando las formas de expresión hayan variado, siempre persistió su función de generar salud.  Ubicándonos en el plano de situaciones concretas de la actualidad, nos preguntamos: ¿Qué puede hacer la iglesia por la salud del profesional dinámico que sufre de úlcera duodenal y por su esposa, con períodos de depresión severa? ¿Qué por esa viejita que vive sola, con su modesta pensión, y que padece de artritis crónica? ¿Qué puede hacer mi iglesia por esa joven a la que le diagnosticaron cáncer y que, en el silencio de su intimidad, sabe que su vida está en riesgo? 

Frente a estos planteos, surgen opiniones diversas: “El cuidado de los enfermos tiene un contexto determinado: el de la profesión médica y el de la salud pública”. Otra persona, con principios más individualistas, podrá afirmar: “El cuidado de la salud es tarea de cada uno”. Alguien más opinará: “Para determinadas enfermedades, la única respuesta está en las terapias alternativas”. Nuestro planteo afirma que la iglesia tiene un lugar importante frente a este abanico de posibilidades: a veces, haciendo su tarea de forma aislada; a veces, participando en conjunto con otros recursos terapéuticos. El desarrollo del libro comenzará con un planteo acerca de la persona, para luego —y a través de Cristo— insertarla en el contexto de la iglesia. La salud, en sus diversas manifestaciones, será el tema principal y recurrente de este libro. Si enfrentamos la enfermedad con sabiduría, será ella quien nos señale nuestra finitud y nos torne humildes ante la adversidad. Así, la natural tendencia humana hacia la omnipotencia —que niega las realidades que no nos gustan— se mantendrá a raya y, por otra parte, tendremos una mejor predisposición para recibir tanto a Dios como a nuestros semejantes. Es cuando enfermamos que Dios está más cerca de nosotros. Está allí para decirnos palabras transformadoras tales como: “Levántate”, “sana”, “tu fe te ha sanado”. La sanidad en la iglesia es el milagro del amor de Dios actuando en cada miembro del cuerpo de Cristo, sensibilizando cada corazón al dolor, al sufrimiento y la enfermedad del prójimo.